domingo, 11 de noviembre de 2007

Estación de trenes




Después de la intensa jornada, de los paseos por mi antigua casa, donde ahora viven solo fantasmas que de vez en cuando salen en busca de aquellos moradores que alguna vez transitaron por el largo pasillo que daba a una gran cocina con piso de madera.
Después de aquel almuerzo en la caleta de mi pequeña ciudad, donde el marisco fue el protagonista.
Después de la visita a la tumba de mis antepasados, donde pude dejar las flores que adornaron por meses aquella gris cubierta de baldosas.
Estaba ahí parada frente a ti. Con la mirada perdida, con mi bolso lleno de ilusiones, con mi gran sombrero que cubría parte de mi cara para que no pudieras advertir que esto era una despedida. Ahí estabas tu, un niño, jugando en las máquinas de la estación de trenes. Me desesperaba que no advirtieras como mis lágrimas rodaban por mis mejillas, esas que antes estuvieron tan cerca de tu pecho descubierto.
Quise aprovechar los últimos minutos y jugué contigo, en una de las máquinas de trenes, era antigua, de los asientos se podía oler el encierro de años.
Pero los minutos pasaban rápido y mi tren llegaría a buscarme. Sabía que este sueño acabaría, tomé mi bolso y me fui al andén. Tu vestías tu abrigo negro y largo, yo mi vestido gris, como aquella noche de invierno. Solo recuerdo que me besaste, como siempre lo hacías. Yo recuerdo que te besé sabiendo que aquel húmedo y tierno beso era el último, y antes de abordar el carro y separarme de ti te dije "Es la última vez que te vengo a ver".
Me doy media vuelta para partir. No giro la cabeza, en ese instante lo que menos quería era verte. Llego a mi butaca, cierro los ojos y me quedo dormida saboreando aquel último beso.

cuento: Estación de trenes del libro... "La verdadera historia de Cenicienta"

No hay comentarios: